sábado, 6 de septiembre de 2008

¿REAL O NO?

Unos pasos me despiertan, miro el reloj, son las 02:00 de la madrugada, el sonido se detiene y vuelve intermitentemente, proviene del desvan. Miro a mi derecha en busca de mi mujer, no se encuentra en la cama

-¿Será ella?- me pregunto

Me incorporo en busca de las zapatillas, el suelo esta frio hasta que localizo algo cálido, son ellas, me las pongo y voy hacia la puerta, los pasos cesan, me asomo al pasillo y observo que la puerta del desván está abierta y la luz encendida. Comienzo a avanzar en esa dirección a la par que los pasos vuelven .Ahora también escucho un llanto leve que poco a poco va aumentando.

-¿Habrá ido mi esposa a dormir al niño lejos para no despertarme?- Convencido de mi pensamiento ceso la marcha

En el mismo momento que decido dar media vuelta un fuerte golpe provoca en mi un escalofrió, pues tanto los pasos como el llanto dejan de sonar al unísono. Rápidamente vuelvo a girar en dirección al desván, comienzo a subir las escaleras hasta que me detengo en el último escalón.

Frente a mí una figura envuelta en una especie de mantilla negra, con un paso suave me voy acercando y con un leve susurro acierto a decir.

-¿Ana?-Digo con voz temblorosa.

La figura comienza a moverse de lado a lado como si estuviera balanceándose, tiene los brazos entrelazados con una pequeña manta blanca entre ellos.

-Debe de ser Ana, estará durmiendo al pequeño, ¿pero si es así por que no me responde y porque esta vestida así?- un miedo dudosos recorre mi cuerpo en ese momento

La figura se me va acercando torpemente al mismo tiempo que continua con el movimiento, de un lado a otro. Una vez situada frente a mí puedo distinguir el rostro de mi esposa y como pensaba entre sus manos estaba nuestro bebé, ella levantó la mirada y con una gran sonrisa dijo:

-Mira a nuestro bebito, esta plácidamente dormido-

Miré al bebe que se encontraba envuelto en la manta blanca y un fuerte olor me hizo retroceder, era como carne podrida. Cogí al bebe rápidamente, este quedo descubierto, entonces fue cuando me di cuenta de que el olor procedía de él, mi bebé estaba muerto.

Tenía la cara hinchada, los ojos ensangrentados, todo su cuerpo morado. Rompí en llanto rogándole a mi esposa que me contase que había ocurrido, pero ella permanecía ahí, impasible, con una gran sonrisa en la cara toda vestida de negro, al ver tal imagen me derrumbe , mi bebé estaba muerto y mi mujer estaba feliz por ello.

Baje la mirada, y al volver a levantarla vi a mi esposa junto a la ventana del desván, extrañado observe que ella volvía a tener la manta blanca y que entre mis manos solo sostenía un osito de peluche.

-¿Cómo pudo ser?-Pensé

Mi esposa abrió la ventana y se subió al bordillo, entre un leve susurro dijo:

-Tenemos que marcharnos-

Al mismo tiempo se giró y se dejó caer, yo gritando corrí hacia ella intentando con todas mis fuerzas cogerla y evitar así la caída, justo al llegar a la ventana me percate que era yo el que estaba cayendo hasta el suelo. Sentí un fuerte golpe en mi espalda, un gran sabor de sangre inundó mi boca, una arcada hizo que salpicara todo sobre mi rostro, sabiendo entonces que me había estrellado contra el suelo.

En la ventana del desván se encontraba mi mujer con el bebé, el estaba vivo, y ella con esa sonrisa aterradora le decía:

-Mira a tu papá, a que es gracioso-

-¡¿Gracioso?!- pensé

Me hallaba en el suelo desangrándome y mi última visión sería la de mis seres queridos felices por mi final, intentaba gritar con todas mis fuerzas pero ya todo se me desvanecía, no podía fijar la mirada, todo se volvía más borroso cada vez y una fuerte luz me cegaba. Una sombra se interpuso en la luz, no podía definirla aun, pero me era conocida.

Una vez ya me hube adaptado a la luz, vi que se trataba de mi esposa, gire la cabeza para poder situarme donde me encontraba, era mi dormitorio, me encontraba en la cama y esta vez mi mujer no tenía esa sonrisa maléfica, al contrario parecía que estaba asustada.

Rápidamente me levante de un salto de la cama, la fuerte luz procedía de la lámpara del techo, no tenía ninguna herida en mi cuerpo, y una de las cosas que más me preocupaban era mi bebé el cual estaba plácidamente dormido en la cuna con su color son rosadito. Mi esposa puso sus manos sobre mis hombros y deslizándolas hacia mi pecho dijo

-¿Estás bien, has debido tener una pesadilla?-

Mire la hora, eran las 01:50 de la madrugada, todo estaba en orden, todo había sido una pesadilla, una horrible pesadilla. Me volví a la cama, calmando a mi mujer para que no se preocupara, nos acostamos a la espera de un nuevo día, e intentando no volver a tener ese horrible sueño.

De pronto unos pasos me despiertan, miro el reloj, son las 02:00 de la madrugada, el sonido se detiene y vuelve intermitentemente, proviene del desván, un sudor frio recorre mi frente, será otra vez la pesadilla, me pellizco y siento que no es un sueño, que es real, miro a mi derecha y mi esposa no está, el miedo paraliza mi cuerpo y cerrando los ojos suplico que todo sea mi imaginación.