lunes, 1 de diciembre de 2008

La oscura realidad - 1



El sótano


El día amanece teñido de rojo, mis ojos no pueden percibir bien la luz del sol, y el cuerpo no me responde. Porque me encuentro así, sera que la vida ya llega a su fin, llevo aquí ya dos semanas, desde entonces no he dormido, apenas he comido, y el miedo recorre mi cuerpo.
Él como cada día se encuentra en la planta superior dando golpes, mientras los escucho me siento aliviada, pues en ese momento, no soy yo quien los recibe. No se como se encontrara mi familia, me estarán buscando, me pregunto continuamente, pero no tengo respuesta, el tiempo pasa y el cuerpo cada vez me pesa mas.
Los ruidos cesan, el miedo invade mi cuerpo, escucho sus pasos, lentamente, hacen que las maderas del suelo de esa vieja casa crujan, como si lloraran de dolor, el sonido del agua de una cañería oxidada que se desprende gota a gota, me hace pensar que ella llora como yo, no solo por el dolor de los golpes, sino por el dolor de todas las personas que hayan caído en sus manos, al igual que yo, abandonadas en un frío sótano. Pero ella ya no quiere mas dolor, por ello desprende esas lágrimas que me permiten obtener un poco de liquido para aguantar esta sed, el suelo esta sucio, lo se, pero ese pequeño charco crea en mi boca unos segundos de tranquilidad, como la oscura noche, en ese momento el duerme, no hay ruidos, no hay golpes, solo silencio, un silencio que como si de un paraíso se tratase.
Noto que mientras pensaba mi cuerpo parece haberse recuperado, siento algo de fuerzas para levantarme, y así lo hago, camino hasta la pared en busca de esa rendija de luz que desde la calle ilumina escasamente ese triste lugar, ya no siento frío, debe de haberse acabado la tormenta que la noche anterior inundo el sótano, no se como pude soportarlo, pero si he estado viva hasta ahora no iba a permitir que el agua y el frío de la noche me derrotaran.
Escucho la puerta, es él, viene a por mi, pero no se porque ahora no le tengo miedo, siento que una fuerza me llena, el valor que en un principio por el miedo perdí a vuelto, pero espera, no viene hacia mi, se dirige a un bulto en una esquina de la habitación, esta tan oscura que ni el suave brillo del sol que levemente entra me deja distinguir lo que es, aprovecho ese momento para arrancarme y salir corriendo escaleras arriba en busca de la calle, pero algo me detiene, una sensación de pánico al descubrir de donde procedían esos golpes que había escuchado durante toda la mañana, delante de mi se encontraba un gran cajón de madera, del tamaño de una persona, el crujir de las escalera me indicaban que el se había percatado de mi salida, cada escalón era un quejido, cada paso un golpe, cada suspiro una lágrima, el cuerpo no me respondía como yo quería, solo atine a dar tres o cuatro pasos y ocultarme detrás de la puerta rogando a Dios que no me encontrara, aunque aquello seria imposible, pero lo fue, paso de largo dirección al gran cajón, llevaba el bulto en los brazos y lo introdujo dentro, destapando se un poco dejando entrever una pierna. Había estado dos semanas encerrada con el cuerpo de alguien, seria una de sus víctimas, alguien anterior a mi que sufrió peor suerte que yo, quizás el piense que aun continuo en el sótano, un suspiro de alivio salio de mi interior que no duraría mucho, cuando me fije mejor en esa pierna que asomaba, en el tobillo llevaba una pulsera, una pulsera roja y negra como la que yo tenia.

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